Contenido original: tiene que tener algo propio. No se trata de escribir todos los días una novela o de hablar de cosas que nadie ha hablado antes. Me vale “opinión” (siempre que sea medianamente elaborada, no “qué guay esto que he visto”) como contenido propio. Pero los blogs que se limitan a tratar de dar “información” cuando lo que hacen es replicar información que han visto en otros sitios no me suelen gustar, si bien pueden llegar a servir como “filtro” de noticias.
Coherencia interna: puede ser coherencia temática (siempre se habla de X), o coherencia personal (siempre aplico “mi visión” sobre diferentes cosas). Pero los blogs que un día hablan de una cosa y luego de otra, o que un día tienen un enfoque y al siguiente otro distinto, me vuelven loco. Me gusta saber, cuando voy a leer un blog, qué tipo de cosas me voy a encontrar.
Cierta frecuencia de actualización: no hace falta que sean 10 o 5 posts al día, pero sí que sea un ritmo más o menos constante. Que no pasen días y días entre post y post. Porque, aunque lo que digan tenga “chicha”, puedes acabar perdiendo el hilo.
Que me den pistas: no se trata de poner un “Vía ”, sino de buscarse un poco la vida para ofrecer información complementaria a lo que pones en el post. Normalmente es cuestión de googlear un poco, añadir cuatro o cinco enlaces y ya está.
Que el autor participe en la conversación: me gusta pensar que hablo de igual a igual con el que publica el blog. Si simplemente postea y no se sabe más de él, tengo la sensación de que estoy recibiendo un monólogo y, para eso, seguro que hay libros más interesantes.